domingo, 1 de julio de 2012

Asteroide B 612




"Nada mejor que el sueño para engendrar el porvenir.
 La utopía de hoy es carne y hueso mañana."
                                                     
                                                         Victor Hugo



El estado de ánimo
es como una estrella.
Tan pronto está brillando

como tan pronto se funde
dejándonos sólo contemplar
la azul noche azul.

O tal vez esta estrella
sin avisar se convierte
en una enorme supernova.

Y es que somos estrellas,
cuando más brillamos
no queremos compartir

la luz que ese día tenemos.
Queremos brillar sólas,
queremos ser planetas.

Pero, ¿a quién pretendemos engañar?.
No somos el sol de aquí, ni el de allá,
somos sólo estrellas.

Soñamos con dibujar
carreteras que nos conduzcan
hacia esa utopía.

Esa única utopía de hoy
que no será carne y hueso mañana,
sino cenizas.

Esa utopía, la felicidad...
tan cercana en el sueño,
casi palpable en la imaginación

pero realmente a tantos años luz,
en la estrella polar,
que cuando queramos allí llegar...

ya solo será polvo,
solo será ceniza
y ya, ni se podrá soñar.

Ah... cuando el hilo de luz
en nuestros ojos se apaga
soñamos con en el cielo tejer

líneas imaginarias,
jeroglíficos estelares,
constelaciones.

Podríamos desde entonces
respirar del aire de
las otras estrellas,

espirar la oscuridad.
Pero lo cierto es
que la mayoría de nosotras

moriremos con lo único que nacimos.
La soledad.
Ah, pero soñemos estrellas,

sentémonos a esperar que pase
alguna persona fugaz
y pidamos un deseo.

Porque ya sólo nos queda soñar,
soñemos estrellas,
soñemos.

Vendrá el momento
en el que no volvamos
a sentir nuestro propio calor.

Ese momento que a todos llega.
Parpadearemos, nuestro pábilo se quemará,
y nada ni nadie logrará resucitar su llama.

Para el marinero, no obstante,
nuestro brillo del pasado será su faro,
para el caminante indicará el norte,

para el soñador seremos su sueño.
Ah... porque somos sólo estrellas, soñemos
que siempre habrá alguien para quien nunca,
                                 moriremos]


                                                                    Autor : Miguel Hernández Pindado